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EL DEBATE POLITICO-CONSTITUCIONAL

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En el curso de los debates que la actual coyuntura política ha abierto en la perspectiva de la próxima elección de integrantes de la llamada Convención Constitucional se suele apreciar una dosis no menor de confusión. Es así que en ellos se suelen entremezclar los numerosos problemas asociados a la dictadura del capital, y sobre todo a su más cruda expresión en las políticas sectoriales impuestas por su cavernaria versión neoliberal, con los de carácter más directamente político, expresados en el sistema legal-institucional consagrado por la Constitución de Pinochet y prolongado luego con las sucesivas reformas concordadas entre la Concertación y la derecha.

EN CHILE SI HAY PRESOS POLITICOS Y DEBEN SER LIBERADOS DE INMEDIATO

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Consultado en un programa de televisión el 8 de noviembre pasado sobre la existencia de presos políticos en Chile, Heraldo Muñoz, el ex Canciller de Bachelet y actual presidente del PPD, que ha anunciado también su intención de postularse como candidato a la Presidencia de la República, atinó a responder lo siguiente: “Mira, hay presos por razones de comisión de delitos, pero no hay presos políticos. En una democracia no hay presos políticos. Los presos políticos de acuerdo al derecho internacional de los derechos humanos son presos de conciencia. En Chile no conozco presos de conciencia”.

LA CRISIS DEL FRENTE AMPLIO Y DE LA POLITICA CONVENCIONAL

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  Explicando su reciente renuncia a Revolución Democrática el diputado Pablo Vidal se manifestó contrario a la orientación hacia la creación de un polo de izquierda que parece estar imponiéndose al interior de su ex partido y de la mayoría del FA. "No tiene sentido que solo nos juntemos con los que piensan igual que nosotros" declaró, pasando por alto que lo que se pone en juego en una política de alianzas es nada menos que el proyecto de gobierno y de sociedad que se le propone al país. Pero Vidal considera que eso no es relevante ya que una oposición dividida no estaría, según él, en condiciones de disputarle una próxima elección presidencial a la derecha desembozada, ante lo cual sería preferible aliarse y gobernar junto a la derecha camuflada de "centro-izquierda". Es decir, la vieja y desprestigiada política del mal menor.